‘Matamos foodies’, nuestro origen
- Daiana - Depto. Marketing y Comunicación
- 24 oct
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Actualizado: 27 oct

Nuestra cocina es real (y muy `real food`, también). Aquí las salsas se hacen en casa. Las patatas gajo, algo tan aparentemente simple, tienen tiempos de producción que nadie esperaría para una 'sencilla' patata frita. 'Quinta gama' nos suena al mundo de la automoción. No se escucha esa palabra en nuestras cocinas.
Dicen que la cocina es el alma de un restaurante. “Alma”. Ese intangible tan necesario como el corazón tangible que hace latir el organismo vivo de cada uno de nuestros locales, conformado por los miembros del equipo como pequeños vasos conductores.
La cocina es el corazón, el motor, la que impulsa y lleva más o menos lejos. Todos sabemos que muchos clientes volverían a comer a un restaurante donde hubieran recibido un trato fantástico del personal aunque la comida no fuera buena. Pero nadie volvería a un sitio donde ha comido realmente mal.
También sucede al revés. Un mal trato por parte de los camareros puede arruinar la obra maestra de un chef. Pero también la puede encumbrar. Hacerla mejor, como el buen vino que acompaña.

Al final, todo se traduce a una sencilla cuestión: Comer y beber muy bien en grata compañía para ser más felices durante un rato. Porque la comida y el vino son eso, como potenciadores de la felicidad.
Al menos así entendemos este business en Grupo Zoko, donde desde el principio hemos huido de elementos aspiracionales. “Matamos foodies” fue nuestro primer eslogan cuando inauguramos nuestro restaurante de la zona de retiro, Zoko Madrid, ya en 2019. No nos gusta el postureo sino el degusteo.
- “Pase usted y deguste. Pero antes, pare un momento. Instalese en el momento presente. Con una mano la copa de vino, y con la otra, el cubierto. Ahora, sí. Adelante.-

Nuestra cocina no tiene truco, como esas llenas de azúcares o grasas que intentan maximizar la respuesta dopaminérgica del cerebro de los clientes. ¿Será casualidad el boom de las smashed burgers y de las redes sociales al mismo tiempo?
La creatividad del chef se une con sus recuerdos, olores, imágenes de las comidas familiares de antaño... ¡Qué importante es la infancia! De ahí vienen grandes emociones presentes traídas en volandas por los bocados de algunos platos. Esas que nos llenan los ojos de lágrimas. Porque no todo va a ser innovar, ¡oiga!

En el punto de equilibrio, como en economía, está la virtud. Ni agarrarse con uñas y dientes a lo de siempre ni no reconocer lo que masticas. Algo familiar, pero con un punto de sorpresa, de originalidad, de creatividad -pues un chef sin creatividad se marchita, como las flores…- Esa es la esencia. Y así lo plasmamos en las cartas de nuestros restaurantes de Madrid y de Zahara de los Atunes (Cádiz), en nuestros menús de grupos para eventos, en nuestras bodas del chiringuito…
¡Pase y deguste!


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